El divorcio de una pareja suele ser una situación traumática para sus miembros. Es el final de un proyecto relacional que, además, puede abarcar la propiedad de un piso, la crianza de unos hijos y un montón de recuerdos y experiencias compartidas. Esta separación es complicada.
Puede resultar tan difícil, que se busque el apoyo de un mecanismo psicológico que transforme el amor en rabia para hacerlo posible. Esta herramienta puede ser útil, pero tiene un elevado coste. Finalmente, dañas a quien amaste y te daña quien te amó.
Lógicamente hay otra opción. La separación de una pareja se puede hacer desde el amor, aunque requiere realizar un importante esfuerzo racional para contener la frustración y la agresividad, dejando espacio a la tristeza. Es un planteamiento costoso, pero fructífero. Permite incorporar esa relación, que fue un importante pedazo de tu vida, al álbum de los recuerdos con una sonrisa.
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