En 1951 Solomon Asch hizo un famoso experimento que lleva su nombre y conviene tener en cuenta a la hora de analizar la dinámica de los grupos y equipos.
Se ofrecía a un voluntario dos tarjetas. En una aparecían tres líneas de diferentes longitudes y en la otra una línea de igual longitud que una de las líneas de la otra tarjeta. En el contexto de un grupo, al voluntario se le pedía que identificara las dos líneas iguales, pero antes opinaban los otros miembros del grupo.
Estos miembros del grupo formaban parte del equipo de Asch. En unos casos, daban la respuesta correcta (grupo control) y en otros una respuesta, todos la misma, equivocada (grupo probando). El resultado fue que en el grupo control los voluntarios acertaron en un 99% de los casos y en el grupo probando acertaron en un 63,2% de los casos.
Hay algunas circunstancias del experimento, como el bajo compromiso del voluntario con el grupo, que pueden influir en el resultado. Pero en cualquier caso, este experimento pone en evidencia la dificultad que tiene un individuo para cuestionar el criterio de un grupo.
Seguramente, la presión grupal contribuye a explicar cómo equipos directivos y órganos de gobierno han podido llegar a tomar, tanto en el pasado lejano, como en nuestra reciente y actual historia, decisiones difíciles de entender.
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