El inicio de una organización social o política suele realizarlo un grupo de personas idealistas, utópicas y soñadoras. Es el momento de hacer los estatutos, diseñar la estructura organizacional y definir los objetivos. Requiere mucho trabajo y creatividad. El beneficio que obtiene este grupo de fundadores, más que económico, es el interés por las relaciones y el desarrollo de la tarea.
Posteriormente, la organización crece y adquiere influencia. Obtiene ingresos elevados, aumenta su capacidad de influencia social y facilita relaciones con figuras relevantes. Llega el momento de la gestión. El grupo de los utópicos es sustituido por un grupo de personas pragmáticas. Destacan por su capacidad para adaptarse a la realidad y aprovechar las oportunidades que la organización les ofrece. Su beneficio tiene un mayor carácter personal, económico y a nivel de relaciones profesionales.
Las organizaciones tienen "la habilidad" para encontrar los dirigentes que necesitan en cada momento. Inicialmente gente utópica y posteriormente pragmática. Si los juicios morales, se sustituyen por un frío análisis, se puede considerar que simplemente se adaptan a las circunstancias para sobrevivir.
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