La oxitocina es un péptido que se comporta como hormona y neurotransmisor en el organismo. En cada una de estas versiones adquiere funciones diferentes, pero no totalmente desligadas.
- Como hormona, se segrega en el hipotálamo, almacena en la neurohipófisis, pasa al torrente sanguíneo y llega a sus órganos diana. En el útero facilita las contracciones durante el parto y en la glándula mamaria provoca la eyección de leche en la lactancia.
- Como neurotransmisor, se sintetiza por neuronas oxitócicas centrales que tienen receptores en múltiples áreas cerebrales asociadas al sistema límbico, como la amígdala, núcleo accumbens e hipotálamo
Como la oxitocina no atraviesa la barrera hematoencefálica, se espera que la actividad de esta molécula como hormona y su acción como neurotransmisor sean independientes.
Se han hecho muchos experimentos para intentar aclarar el papel de la oxitocina como neurotransmisor. Vamos a ver cinco ejemplos que pueden resultar representativos.
Las codornices establecen sus relaciones jerárquicas a través de picotazos en la cabeza. Las de más alto nivel picotean a las que están por debajo en la pirámide jerárquica. A un grupo de crías de codorniz se les inyectó oxitocina intracerebral durante su crianza. Mientras fueron crías apenas gimoteaban. Cuando fueron adultos mostraron una significativa tendencia a la sumisión y ocuparon los puestos más bajos de la jerarquía social.
Los topos de la pradera (Microtus orchrogaster) son monógamos y gregarios, mientras que los topos de montaña llevan una vida solitaria. Se ha observado que los topos de pradera tienen una mayor población de receptores para la oxitocina que los topos de montaña y su distribución en el cerebro también es diferente. Estos resultados se han replicado en algunas especies de primates.
Las hormonas sexuales, estrógenos y progesterona, regulan la conducta sexual y función reproductora de los mamíferos. En ratas hembras, estas hormonas facilitan la síntesis de oxitocina y aumentan la densidad de sus receptores. Como consecuencia, las hembras muestras una característica, lordosis que se asocia a una actitud de receptividad sexual. En los machos la administración de oxitocina provoca erecciones. Por otra parte, los niveles de oxitocina en sangre aumentan durante el orgasmo.
Las ovejas reconocen a sus crías en las primeras dos horas a través de su olor. Si a la madre se le impide estar en contacto con su cría en este “período ventana” luego ya no la reconocen, aunque se les vuelva a poner en contacto. Hay dos formas de reabrir este “período ventana”. Una es dilatar artificialmente la vagina de la madre, simulando un parto, y volviendo a poner en contacto a la madre y la cría. La otra es inyectar oxitocina intravenosa a la madre. De hecho, la dilatación de la vagina durante el parto desencadena la liberación de oxitocina.
En el hombre se han hecho algunos experimentos a través de la inhalación intranasal de oxitocina para evitar los efectos secundarios que produciría su administración intravenosa. En parejas, se ha demostrado que la inhalación de oxitocina promueve una actitud de tolerancia que les permite resolver de forma más armónica sus conflictos. En grupos que participan en un juego que se basa en la realización de inversiones arriesgadas, tras la inhalación de oxitocina los jugadores mostraban conductas compatibles con una mayor predisposición a la confianza y disminución del miedo.
La interpretación de estos experimentos no siempre resulta clara debido a la compleja red de conexiones neuronales y diferentes neuromoduladores que intervienen en un mismo proceso. Por ejemplo, posiblemente la oxitocina contribuya a desencadenar la liberación de opioides endógenos, como la endorfina, que serían los encargados de proporcionar el efecto tranquilizante y placentero.
Al parecer, a lo largo de la evolución, se ha utilizado una misma sustancia, la oxitocina, en diferentes tipos de relaciones como generadora de confianza y cercanía emocional. Paralelamente, inhibiría, o atenuaría, los aspectos de amenaza y rivalidad presentes en las relaciones. Podría estar presente en la sensación de bienestar asociada al abrazo de un ser querido o la intimidad que se tiende a generar después de mantener relaciones sexuales. De esta forma, facilitaría relaciones como la crianza, establecimiento del vínculo y cuidado de la cría, la pareja y vínculos sociales.
Bibliografía
Pankseep, J. “Affective neuroscience”. Ed. Oxford University Press. 1998
Pankseep, J. & Biven, L. “The archeology of mind”. Ed. W. W. Norton and Company. 2012.
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